- Está lloviendo.
- ¿No he dejado la moto aparcada fuera por si salía esta noche?
- Tendré que bajar y meterla en el garaje.
- Sólo me llevo las llaves.
- Tengo la oportunidad de conducir algo menos de 100 metros bajo una hermosa tormenta, sin un dichoso casco que moleste (siempre lo llevo), montado en una de las motos más hermosas que existen en el mundo (la mía).
- Si no existiera más gente en el planeta en estos momentos, me iría a dar una vuelta por Madrid. Pero conducir con lluvia y coches alrededor, en esta ciudad, es un suicidio. Así que toca guarecerse bajo techo de nuevo.
Un par de pensamientos aleatorios relacionados con las motos y lo bonito que es montar en ellas en lugar de ir en un apestoso coche como tengo que hacer habitualmente.
Yo no surco el viento, soy el viento.
No es más feliz quien más tiene, sino quien va en moto.