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    Google es el mal

    Google es el mal

    Hoy, en Razones para no usar productos de Google: el sexto proyecto de Google que utilizo que cierran.

    Esto hace mucho que se sabe, pero el aviso dentro del propio Google Reader no lo había visto hasta hoy. A veces la dinámica de las propias empresas (como entes que toman decisiones, si es que es posible entender así el mundo), me sigue sorprendiendo. Todavía esperaba que lo reconsiderasen.

    PD: Nótese que este post está escrito desde Chrome, y está rodeado de un par de anuncios de AdSense.

    También en Tumblr

    Sigo con el tumblr en el que comparto cosas que encuentro por internet, de ahí que por aquí ya no se encuentren posts con fotos, ilustraciones y demás. 1250 posts durante los últimos dos años, haciendo una media de casi dos diarios. Por rachas. Como todo en esta vida.

    Resumen de mi tumblr

    Resumen proporcionado por tumblrstats.com.

    Miércoles de tebeos: ¡Yotsuba!, de Kiyohiko Azuma

    Se me hace difícil pensar en un tebeo mainstream con un humor tan blanco como para poder poner ejemplos de qué es este ¡Yotsuba! de Kiyohiko Azuma. Quizá las más inocentes tiras de Calvin & Hobbes puedan servir de marco de referencia, con ese humor de sonrisa tímida que da el ver la realidad desde una perspectiva ya perdida.

    Yotsuba¡Yotsuba!, de Kiyohiko Azuma. Portada del quinto tomo.

    Yotsuba es una niña de cinco años que vive con su padre adoptivo, y su historia comienza cuando se mudan a un nuevo barrio. Cada capítulo nos cuenta cómo esta niña conoce cosas nuevas con la imparable curiosidad propia de su edad: sus vecinos, montar en bicicleta, visitar una granja o hacer la compra.

    Un arte de línea clara, heredero sin embargo del Shonen (el autor venía de dibujar Azumanga Daioh, también publicada en nuestro país), y una narrativa pausada donde se puede disfrutar de cada capítulo prácticamente de forma independiente, aunque con pequeños detalles que desgranan poco a poco el carácter de cada uno de los personajes secundarios de la serie y ayudan a disfrutarla como un todo.

    Once tomos (por ahora) en su edición original en japonés, de los que Norma Editorial lleva publicados ya los diez primeros en castellano.

    Dragon Age y el triunfo de la mediocridad

    No he escrito por aquí en lo que llevamos de año, algo más de mes y medio, y es que uno de los escasos principios autoimpuestos que me marqué al retomar este blog fue el de mejorar mi escritura. No mucho, no seamos presuntuosos, pero algo. Y pocas cosas hay que ayuden más a la escritura que tener algo que contar. Si no escribo, es que no tengo nada interesante que decir, cabría suponer. No será que no he leído libros y tebeos, que no he visto películas y que no he jugado a juegos. No. Será simplemente que la mediocridad no inspira.

    Estas pasadas navidades retomaba una partida abandonada al primer Dragon Age, alabado juego de pseudo-rol de Bioware/EA, años después de haberla dejado a medias. Unas horas de reencontrarme con los controles, rememorar las tramas envueltas alrededor de mi personaje hasta recordar que no importan y repetir las mismas acciones una y otra vez hasta ver los títulos de crédito finales. Y desde entonces un borrador de post imposible de enfocar.

    Dragon Age: Origins

    Bruja con la que tener tus más y tus menos. En este juego te puedes llevar a la gente a la cama. Da logros.

    Una lista de todas las cosas que están mal en este juego sería extensa, aburrida y pretenciosa. Preguntas retóricas sobre cómo algo tan simple puede ser juego del año acabarían enfocando al imperio del márketing de Electronic Arts, amos y señores del mal.

    Nada queda de original, con un game design reciclado de Mass Effect, una ambientación default de Dungeons & Dragons, un motor tecnológico anclado en los años 80 en los que había que rodear las sillas y los charcos, una narrativa maniquea que enfrenta al mal absoluto y el espejismo del árbol de elecciones y el juego no lineal donde sólo se puede escoger entre distintas opciones A o B que terminarán siendo irrelevantes para el gran esquema de las cosas que se están contando.

    Nada está especialmente mal. Entendedme. Nada está MAL en mayúsculas. Pero todo es mediocre, todo es reciclado, sin ningún punto de apoyo en el que anclar la creación de una obra, como si de un producto diseñado por comité estuviéramos hablando. Un producto de diseño que trata de contentar a un nicho demográfico concreto. Un producto de márketing vacío, sin personalidad ni características definitorias propias.

    Y por eso no escribo. Porque para esto mejor estamos callados. Y sin comprar.

    Miércoles de tebeos: Los Illuminati de Bendis y la retrocontinuidad

    Los tebeos de superhéroes, estas cosas tan coloridas donde unos tipos se visten con mallas chillonas para salir a la calle a hostiarse unos con otros, son un género fascinante. Desde fuera sólo es posible percibirlos quizá como algo vacío de contenido, simple, directamente absurdo o, válgame el hacedor, infantil. Desde dentro, sin embargo, son un género tan profundamente autoreferencial, con una riqueza y un potencial para el entretenimiento tan grande, que la sorpresa nunca acaba.

    En unas editoriales más que en otras – en unos universos creativos más que en otros, podríamos decir – se trabaja el concepto de la continuidad. “Aquello pasó antes que esto. Pero ambas cosas pasaron, y cuando mañana venga menganito a escribir nuevas historias, que tenga en cuenta lo que ya ha pasado hasta ahora”. Metemos estos conceptos en una batidora y los agitamos. Durante cuarenta años la coctelera la agitan cientos de escritores distintos, metiendo en ella innumerables personajes. El cóctel resultante es sorprendentemente coherente para lo que podría ser.

    Y entonces nos inventamos la idea de la retrocontinuidad: “Hace veinte años, aquello que pasó que nadie recuerda, te lo voy a explicar de nuevo escribiendo una nueva historia que encaje con lo anterior, pero añadiendo novedades”. Nuevos Vengadores: Illuminati es el mejor ejemplo posible para explicar esto.

    Los Illuminati de Jimmy Cheung

    Brian Michael Bendis, su creador, una de las estrellas de Marvel y arquitecto de los principales arcos argumentales que han gobernado toda la realidad ficticia de la editorial durante los últimos años, inventó un nuevo supergrupo dentro de la colección Los Nuevos Vengadores: Los Illuminati. ¿Y si hace años los más influyentes héroes se hubiesen unido para crear una alianza secreta preparada para responder ante grandes amenazas? Así Iron Man (fundador de Los Vengadores), el Profesor Xavier (fundador de los X-Men), Reed Richards (fundador de Los 4 Fantásticos), Namor (Rey de Atlantis), Rayo Negro (Rey de Attilan) y el Dr. Extraño (Mago Supremo de la Tierra) decidieron empezar a compartir información y reunirse de cuando en cuando, si creían que alguna amenaza se aproximaba. Pasaron cosas, se descubrió el pastel, hubo tortas, lo de siempre.

    Los Illuminati de Jimmy Cheung

    Pero el concepto era demasiado bueno como para dejarlo estar sin más. Si ese grupo había existido pero nunca habíamos oído hablar de él, ¿qué hicieron durante los otros grandes eventos pasados? Esta miniserie trata de dar algunas pinceladas como respuesta. Los guiones de Bendis y Brian Reed nos cuentan cómo nuestros héroes se pusieron de acuerdo tras la Guerra Kree-Skrull de los setenta, cómo buscaron las gemas del Guantelete del Infinito, reinventan todo lo sucedido durante las recordadas Secret Wars de los ochenta – en un ejercicio de retrocontinuidad que cambia todo lo que los lectores sabíamos --, cómo influyeron en el nuevo Marvel Boy/Capitán Marvel y cómo se reunieron al comienzo de Invasión Secreta, el macro-evento de 2008 de la editorial. El arte de Jim Cheung es excepcional, el indicado para un tebeo de estas características, a medio camino entre el clasicismo necesario para evocar las historias originales y la moderna espectacularidad requerida por la grandeza de los eventos narrados, con el estilo de línea clara de un, por ejemplo, John Romita Jr.

    La única pega achacable es la obvia: su absoluta autoreferencialidad. No hay disfrute posible para el no-iniciado. Sin embargo, para el lector de tebeos Marvel la delicia de revisitar lugares y momentos descubriendo nuevos detalles es impagable, una sucesión de capítulos repletos de épica y emoción.

    Si no has visto esto durante el 2012 estás desperdiciando tu tiempo

    Mucho mejor título para el post que cualquier “Los mejores del año” y similares, dónde va a parar. Es en mi caso una lista tramposa, porque voy a contracorriente de las novedades del mercado: aún no he jugado a un sólo videojuego que se haya publicado durante el 2012, llevo más de un año de retraso con cualquier tebeo episódico y hace tiempo que no he leído novelas de hace menos de veinte años para acá, y es que a veces soy tan hipster que me paso por el extremo contrario. Sin poder opinar aún de muchas cosas que quizá si llamen mi atención – ¿por qué aún no he visto Cabin in the Woods? --, estrenadas durante los últimos meses, os dejo esto, que es de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo superior:

    Los Vengadores de Joss Whedon

    Los Vengadores (The Avengers, Joss Whedon, 2012)

    Tras algunos ensayos con mayor o menor acierto en forma de las películas previas de cada uno de los personajes protagonistas, Marvel Studios se reafirman como los únicos capaces de entender de qué va esto de los tios en mallas de colores, haciéndonos llorar por dentro por los derechos malvendidos de Spider-Man y X-Men a otras productoras. Meándose por el camino en la impostura y el dramatismo forzado de cada escena de Christopher Nolan y su Hamlet vestido de murciélago, Joss Whedon se consagra por fin con la dirección de un blockbuster que contenta a crítica, público y estudios. La película divierte, emociona, respeta al fan y llena de colorido nuestros adolescentes corazones viendo cómo Hulk y Thor se cascan. Whedon is my master now.

    Sword Art Online

    Sword Art Online (ソードアート・オンライン, A-1 Pictures, 2012)

    En un futuro cercano, en el que las conexiones a juegos online se realizan mediante dispositivos totalmente inmersivos – ves, oyes y sientes lo que le ocurre a tu personaje – el día de estreno del juego más esperado de la temporada todos los jugadores descubren que no pueden desconectarse. Su megalómano creador lo ha trampeado para que nadie pueda salir de él hasta que terminen todos sus retos y, mientras tanto, una muerte en este mundo virtual significará la muerte de tu cuerpo físico en el mundo real. Mientras esperamos con ansia que alguien invente algo parecido – ¿a qué esperas Google? Déjate de gafas e invierte en algo así --, nos contentamos con las aventuras de Kirito, el jugador protagonista, y su determinación por terminar el juego. La serie, espectacular como pocas y tremendamente inmersiva para quienes nos hemos dejado nuestras horas nocturnas machacando cabezas de orcos en mundos ficticios, avanza por derroteros sorprendentes, cambia del mundo real al virtual, va añadiendo drama, romanticismo adolescente, aventuras, secuestros, inteligencias artificiales, clanes de jugadores y dragones esqueléticos. Todo BIEN.

    Ryan Gosling en Driver

    Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)

    No llegó a España hasta el 28 de Diciembre de 2011, por lo que no veo descabellado considerarla como película de este año. Una gran dirección estética desde todos los ángulos posibles (fotografía, montaje, música, ritmo narrativo, todo es excepcional). Y The Gosh. Porque si algún tipo duro aún no aceptaba que Ryan Gosling se ha convertido en el nuevo modelo de masculinidad, tras Drive ya no queda argumento posible. Lo explicó Jesús Terrés en Nada Importa, léanlo y aprendan. Sobre la película, otros han escrito más y mejor que yo, y tiene mucho sobre lo que opinar. Busquen.

    Project X

    Project X (Nima Nourizadeh, 2012)

    Un director novel, actores desconocidos, un videoclip de hora y media que retrata y acentúa el concepto de “La fiesta”, como bien explicaba @AlvaroMortem en su blog Sky Was Pink. Una excepcional banda sonora que enmarca las escenas más salvajes del único modo que se puede hacer – grabando la fiesta en sí misma --, pese a que habrá pasado desapercibida para muchos, que la habrán tomado como un simple ejercicio visual o una gamberrada adolescente, siendo ambas cosas y más.