Con un título de post que queda un poco pornográfico en esta trigésima entrada, damos un repaso rápido a algunas de las últimas películas que he visto.

Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015)

Un western durante dos actos que se transforma en una película de horror con toques de gore en el tercero. Sin avisar. Sin paños calientes. Sin venir a cuento. Esto tiene su público y la película ha cosechado buenas críticas dentro de ese fandom concreto, pero horrendas fuera, porque los toques de fantástico no son capaces de maquillar un ritmo lento, unos personajes desdibujados y un escaso argumento.

Me desquitaré leyendo algún tomo de Blueberry y viendo algún otro western durante la semana.

Baby Driver (Edgar Wright, 2017)

Nicolas Winding Refn lo hizo mejor con Drive, sobre todo porque a Baby Driver se le olvidó no resultar tan expositiva en pequeños detalles, en contarnos historias de más que nos sobraban y que a la larga empantanan ligeramente una película que, por lo demás, resulta de impecable factura. Y es que es una verdad histórica innegable que todas las películas con persecuciones en coche siempre tienen algo interesante; como mínimo las persecuciones en coche. Muy buen ritmo que deja con ganas de más.

Transformers: The Last Knight (Michael Bay, 2017)

Si digo que fácilmente le sobra una hora de metraje no os estoy contando nada nuevo, porque resulta prácticamente idéntica a las anteriores… y es que ya es la ¿quinta? película de la franquicia. La escalada armamentística ya está completamente fuera de madre, cuando en el 2009 os contaba por aquí que Transformers 2 me parecía un punto de inflexión en el nivel de las barbaridades en pantalla, y sólo ha ido in crescendo desde entonces.

Una cierta parte de mi se apena porque Michael Bay haya pervertido el concepto de Transformer para toda una generación, con robots raros y confusos visualmente, y que aquellas cosas tan bonitas de Hasbro, con tebeos de Marvel y series de Toei se hayan perdido en el recuerdo como lágrimas en la lluvia.

Hector and the Search for Happiness (Peter Chelsom, 2014)

Un Come Reza Ama de segunda fila, ligeramente más visible por tener algo más de humor (Simon Pegg siempre hará más gracia que Julia Roberts), ligeramente (aún) más pérdida de tiempo por no ser capaz ni de plantear un drama coherente en ningún momento. Prescindible.