Demolition (Jean-Marc Vallée, 2015)
En mi particular cosmovisión de las estrellas cinematográficas, tengo una pequeña lista de actores de los que me atrevo a afirmar que todo lo que hacen tienen algo que disfrutar. John Cusack, Gary Oldman, Michael Fassbender… Hasta en la más alimenticia de sus películas hay algún pequeño destello de lo que yo, en mi humilde pero infalible opinión, creo que se puede disfrutar en cuanto a actuación. Y aunque no me atrevo del todo a añadir a Jake Gyllenhaal a esta personal lista, tiene también un “algo” que me hace disfrutar de sus películas, especialmente ahora que se pone rarito e independiente para tratar de dignificar un poco su carrera, con papeles mayores y menores en los últimos años en películas como Prisoners (muy decente), Enemy (incomprensible), Nightcrawler (malrollista), Southpaw (siempre hay que intentar un drama deportivo), Everest (quizá el único papel salvable de dicha infamia, pese a ser muy pequeño) y esta última Demolition.
Aunque se pierde en ocasiones no quedando claro exactamente qué es lo que quiere contar ni hacia dónde se va a desarrollar la historia, tiene muy buenos momentos tragicómicos, algunos de llevarse las manos a la cabeza y, aunque le sobran algunas decisiones argumentales que no añaden gran cosa, el conjunto global no desmerece.
Legend (Brian Helgeland, 2015)
La historia de dos hermanos gemelos que ascienden en el mundo mafioso del Londres de los años sesenta, basada en personajes reales. Eché de menos algún letrero sobreimpuesto con un “Recuerda que esto sigue siendo una historia real” al estilo de Pain & Gain, y creo que con eso está dicho todo en cuanto a tono y forma de la película. Pese a que como historia deja bastante que desear, terminando demasiado en falso y haciendo imposible que puedas empatizar con los protagonistas pese a que era lo que parecía en un principio (la típica historia de “si en realidad es buen chaval”), como un paso más de Tom Hardy hacia convertirse en estrella absoluta triunfa, interpretando a los dos hermanos gemelos simultáneamente y dotándolos de personalidad propia. Tengo que acordarme de añadir a este tipo a esa lista mía personal de actores que siempre lo hacen bien.