O algo así… es curioso que en el que probablemente acabe siendo el peor momento laboral de la historia del mundo occidental sea precisamente cuando me dé por hacer estas cosas, pero se veía venir desde hace tiempo.
Atención, post estilo ego-trip. El que avisa no es traidor.
En cada uno de los trabajos en los que he estado, invariablemente, he pasado por varias fases: ilusión, desorientación, aprendizaje y aceptación de las normas establecidas, negación cuando algo se hace mal o no casa con tu forma de trabajar y de entender el mundo, intentos infructuosos de huir hacia adelante proponiendo cosas que no salen a buen puerto (o son directamente ignoradas, dependiendo del sitio), y esto acaba seguido de una larga debacle en forma de espiral autodestructiva en la que cada día te preguntas exactamente qué haces en una oficina.
Y aún así no parece haberme ido del todo mal… he tenido varias subidas de sueldo e incluso algún ascenso en distintos trabajos (aunque la vía más rápida para mejorar profesionalmente siempre ha sido el cambio de empleo), pero hay algo que se me sigue escapando, y sigo sintiéndome fuera del sistema.
¿Hasta dónde llega la madriguera de conejos?
Trabajas para alguien y ese alguien te da dinero a cambio de tu trabajo, o al menos así debiera ser en un mundo lógico y normal, pero no en el nuestro. En mi experiencia, a cambio de ese dinero tus pagadores escogen tu vestimenta, tu comportamiento, a qué hora cómes, a qué hora te acuestas, a qué hora te levantas, cuándo puedes hacer la compra y a qué horas puedes ir al médico… y la verdad es que no tiene mucho sentido. Hay días en los que he estado mano sobre mano navegando por internet hasta el tedio más absoluto (cuando te descubres preguntándote por qué no actualizarán más a menudo determinadas páginas te das cuenta de la situación), así que no te pagan por tu trabajo, sino simplemente por tu tiempo. Aún cuando no tengas nada que hacer, debes fichar a tu hora. En alguna de esas empresas podías encontrarte una semana entera sin hacer nada. Llegar el viernes, hacer algo durante un par de horas y tener justificación para toda la semana. Y eso me ha pasado en un par de lugares, así que no debe ser una situación aislada.
Cuando me he encontrado en esa situación siempre he buscado pastos más verdes, de ahí que mi “esperanza de vida” en una empresa esté en torno al año. También es cierto que, durante mis últimos años de carrera y primeros de vida profesional, nunca pude disfrutar de… ¿cómo llamarlo? ¿estabilidad emocional? así que siempre tenía alguna excusa a la que achacar mis “ansias de cambio”: una relación terminada, una relación empezada, una mudanza, un cambio de ciudad… pero ahora ya no tengo excusas. Relación estable, vida estable, amistades estables. Ya no tengo nada a lo que achacar el hecho de que el trabajo que hago me parezca una forma moderna de esclavitud que no me proporciona nada como individuo.
Experience is what you get when you didn’t get what you wanted.
Así que, en lugar de gastar más tiempo pensando que quizá debí tomar otras decisiones en algún momento pasado, prefiero tomar decisiones sobre cómo gastar mi tiempo futuro. Voy a trabajar en proyectos como free-lance al mejor postor, pero siendo yo quien pueda escoger qué proyectos aceptar y a cuáles decir que no. Tengo un par de “proporcionadores” de proyectos que quizá hagan que este nuevo modo de vida fructifique, o quizá no. En el tiempo libre entre proyectos “subvencionados”, tengo varias cosas entre manos que pueden llegar a convertirse en beneficios (o no), y al menos aprenderé unas cuantas cosas y me divertiré en el proceso.
Es un punto de comienzo, ya que casi toda mi experiencia laboral está en el campo de la informática. Durante las últimas semanas hemos convertido una habitación en un despacho, pintando, cambiando muebles, haciendo una mudanza, instalando equipos… y la paliza que nos hemos dado parece que da sus frutos, ya que hoy es lunes y estoy escribiendo desde mi propia casa, aprovechando más tiempo útil que si estuviera en una oficina. Y si esta nueva vía no me convence (o no funciona)… quizá sea el momento de entenderla como la última oportunidad que le doy a este campo profesional, y quizá haya que buscar en otro lugar (alguna opción hay, aunque muy verde aún).
Hay quienes no me entienden lo más mínimo, y me parece correcto. Yo no intento convencer a nadie para que cambie su modo de vida, simplemente el mío no se adapta a algunas normas sociales, y por eso voy a intentar cambiarlo. También hay quienes me dicen que es la crisis de los treinta (que cumplo este año), y supongo que no les falta parte de razón… quizá es ahora cuando puedo afirmar que las cosas no son como yo esperaba que serían a estas alturas, y hay dos opciones: aceptarlo y seguir adelante o intentar hacer algo al respecto.