Monólogo de Eduardo Aldán en el Teatro Pequeño Gran Vía (es decir, la sala un poco más pequeña del teatro Gran Vía… ahora mismo está debajo del espectáculo de Joaquín Cortés, creo recordar).
Casi un par de horitas acerca de aquellos buenos tiempos en los que todo nos hacía más ilusión que ahora, y podíamos meter media tableta de chocolate dentro de un trozo de pan y llamarlo merienda.
Ademas el tío es bueno, qué carajo. Incluso para ser un monólogo de humor hay un par de cosas bastante sorprendentes que mejoran un producto ya bueno de por sí. Os contaría más, pero probablemente estropearía parte del encanto.
Ver una sala entera cantando la canción de los mosqueperros no tiene precio…
Y además dan caramelos… eso en ‘Hoy no me puedo levantar’ no lo hacen.