Hay ocasiones en las que uno saca de dentro fuerzas de flaqueza para impulsar algún proyecto que está parado, bien sea en la vida profesional, académica o en una simple afición (y bien puede ser que esta lista de opciones sólo sea un burdo intento de que nadie sepa a qué me estoy refiriendo exactamente).
Propones ideas, planificas las distintas “hojas de ruta” (qué poco me gusta esa expresión) en las que trabajar… y la persona teóricamente encargada de ese proyecto trata de echar abajo tus ideas.
¿Miedo a delegar?
Si estás llevando un proyecto que no te gusta llevar, que ya no te interesa, y del que realmente quieres desentenderte, ¿por qué no lo dejas en manos de otras personas? Lo cierto es que esto es algo con lo que me he encontrado varias veces, y finalmente los proyectos se abandonan porque quien los está llevando no es capaz de ver la realidad con un mínimo de claridad.
En casi todas las empresas en la que he trabajado ha llegado el momento en que no estaba del todo conforme con alguna de las facetas del proyecto, y siempre he perdido algo de mi tiempo libre, noches o fines de semana, en preparar proyectos y estudios de viabilidad de muchas cosas: refactorizaciones de código, externalizaciones de proyectos… Documentos que, de un modo u otro, han sido redirigidos a /dev/null. Perdón, chiste geek, quería decir a la papelera.
Y, aunque bien es cierto que en el mundo profesional no siempre es el mejor momento para intentar según qué cosas, y el presupuesto es la única ley, también hay que asumir que, casi siempre, el problema suele venir porque los superiores no ven con buenos ojos las ideas venidas de más abajo, y perciben el peligro en que una persona de menor “experiencia” pueda hacer algo mejor.
Últimamente he visto algún que otro comportamiento que parece indicar claramente el mismo resultado. ¿A alguno de vosotros os ha pasado lo mismo alguna vez?