Ayer probablemente superé mi récord personal de e-mails enviados y recibidos. Se me ocurrió que, por qué no, podría intentar sacar una estadística real para ver si eso era cierto o no. Algún programa, o alguna extensión para el navegador debería existir para automatizar esos cálculos. Y aunque parezca raro, esta entrada no es sobre un tema técnico.
Busqué y encontré Graph Your Inbox, una extensión para Google Chrome que procedí a instalar raudo y veloz. No parecía funcionar. Vaya. volví a la página de la extensión, a ver si había algo de información. Estaba creada por un tal Bill Zeller. El último mensaje publicado por los usuarios, donde yo pensaba encontrar algún tipo de información sobre cómo hacerlo funcionar, decía:
Hey guys, FYI Bill is no longer alive. So asking for updates is probably a mute point. RIP Bill.
No es el mensaje que esperaba encontrar. También había un enlace a su propia entrada en la Wikipedia. Vaya, un programador con una entrada en la Wikipedia debía ser bueno, pensé. Algún día conseguiré tener mi propia página allí, pero ese es otro tema, y será tratado en otra ocasión.
La página indicaba que se había suicidado en Enero de este año. Joder, tienen hasta una categoría para Programmers who commited suicide. Vaya. Y un enlace a la carta que dejó antes de llevarlo a cabo. Una carta que merece la pena leer. Más de cuatro mil palabras explicando que sus procesos mentales eran perfectos, que no estaba bajo el influjo de ninguna droga y que era una decisión meditada. Y explicando las razones.
Razones relativas a haber recibido continuos abusos durante su infancia. A cómo jamás fue capaz de sobreponerse a eso, ni a desarrollar ningún tipo de felicidad como individuo ni a construir verdaderas relaciones interpersonales. Cómo nunca fue capaz de disfrutar de un abrazo, de una amistad, o de una caricia. Imagino que de cuando en cuando le hacían bromas con “lo raritos que son los informáticos”.
Creo que el único pensamiento que nos puede quedar tras leer esa carta es que los problemas vitales que tenemos los demás suelen ser bastante relativos y que, al fin y al cabo, nuestras vidas son bastante normales.
Y tras esto volvemos a la programación habitual.