Ayer hubo una reunión de la junta de accionistas mayoritarios de TeleIván y se decidió por voto unánime emitir una maratón de capítulos subtitulados de Heroes. Es lo que tiene poder ver las cosas que quieres cuando quieres. Se avecina un texto largo.
El primer episodio lo vi casi nada más ser distribuido subtitulado. Pasó mi filtro de “calidad mínima necesaria para prestar atención”, y quedó apuntado como “serie para la cola de descargas”. Ayer me animé por fin a ver los primeros y ya escribí un primer post según iba mejorando mi impresión general acerca de la serie. Y ya entrada la tarde/noche, a falta de otra cosa mejor que hacer, decidí ver todos los que tenía (que vienen a ser todos los que han emitido menos uno) y creo que ahora sí tengo una opinión más global. Voy a ir apuntando todas las ideas que me vienen a la mente en estos momentos que, inevitablemente, van a tener mucho que ver con diversos cómics, con Lost y Prison Break, con la descompresión narrativa y demás mandangas. No os preocupéis, que no hay spoilers, yo casi nunca los incluyo.
Los episodios 1 al 9 de Heroes componen el primer arco argumental de la serie. Esto en sí mismo es ya una novedad respecto a lo que se viene haciendo en televisión. En la mayor parte de las telecomedias, y en muchas series dramáticas con poco argumento global, podemos entender cada capítulo como un todo autoexplicable y fácilmente podemos verlo sin haber prestado atención jamás a la serie (Friends, House, CSI, ejemplos hay millones). Esto es indudablemente un punto a su favor, ya que un nuevo espectador puede integrarse fácilmente en la corriente de la serie en cualquier punto de la misma, con apenas alguna aclaración puntual. En el ejemplo de House (que es la hostia y el que diga lo contrario tiene el criterio de un mandril), apenas hay relación entre un episodio y otro. El argumento de cada uno de ellos es el propio enemigo a batir (la enfermedad que toque, y nunca es lupus), y aparte de eso una temporada completa puede resumirse en apenas cuatro frases (ese y esa se liaron, ese creo que aún sigue colgado de su exmujer y poco más).
Otra posible idea es el de la serie “reseteable” que vuelve a una situación cero al finalizar cada episodio. Esto es complicado de hacer y es sólo válido para algunos conceptos muy concretos. Los Simpsons podrían entrar aquí, o Camera Café (que creo que es lo único de producción nacional que me atrevería a recomendar a nadie, claro que está basado en un concepto francés).
La mayor parte de las series se quedan un poco en terreno de nadie, buscando la mayor independencia posible entre cada episodio, para no asustar a posibles espectadores, pero incluyendo pequeños argumentos que a la larga parecen tener algún final. Generalmente no lo tienen. El final de la décima temporada de Friends quiso dar un sentido global a la serie que ni necesitaba ni se le podía dar, y fue lo que más chirrió con diferencia.
Hay que reconocer que existe un pequeño grupúsculo dentro de estas series cuyo argumento global suele ser más sutil pero está realmente bien construido, y eso se nota a la larga. Son esas series que alguien te recomienda con un “cuando la ves seguida mejora mucho”. Un episodio suelto puede gustarte más o menos, pero el argumento global gana muchos enteros: Babylon 5, Buffy (eso dicen, aún no le he concedido ninguna oportunidad) o Urgencias. Se nota que los guionistas le ponen cariño a estas series. Sería estúpido no señalar que los creadores de las dos primeras (JM Straczynski y Joss Whedon respectivamente) son ahora dos de los guionistas de comic-book más alabados. Podríamos hablar de esto largo y tendido pero no es el tema que nos ocupa.
El caso es que durante los últimos años han ido apareciendo una serie de series (je, que bueno el juego de palabras ¿eh?) que han aplicado el concepto de la narrativa más salvaje de las telenovelas pero llevándolo al campo de las series de alto presupuesto y enfocándolo a los espectadores con más de 20 de CI. No sabría decir quién empezó con esta nueva moda ni creo que fuera relevante, pero me vienen a la memoria Los Soprano como una de las primeras series que lo ha conseguido con verdadero éxito. Salvando todas las distancias, claro está, el concepto narrativo de Los Soprano se acerca más al de una película de 20 horas por temporada que al de una serie al uso.
Y llegados a este punto es donde las herramientas de las que dispone el cómic como medio llegan hasta la televisión. Nos olvidamos del posible espectador ocasional y nos lanzamos a construir arcos narrativos complejos que suelen durar una temporada completa (o incluso la serie en su totalidad) y quienes se pierdan entre medias que se jodan. Para compensar tenemos una elevada fidelidad a la serie por parte de todo aquel a quien le guste, ya que perderse un episodio puede llegar a ser un problema para poder entender el siguiente.
Tomamos un concepto de desarrollo de personajes como el de Watchmen (un episodio completo por personaje, en base a la historia presente y a una serie de flashbacks) y lo aplicamos a una serie actual, y obtenemos Lost. Cogemos a guionistas que saben que existe una competencia feroz por la atención del público y comprendemos que, antes incluso de saber si la historia va a ser buena o no, lo que tenemos que conseguir es que el espectador esté ansioso por verla. Todas las últimas páginas de un tebeo de los X-Men deberían ser una gran explosión. El gran cliffhanger narrativo. El “No, yo soy tu padre” de la televisión. Si El imperio contraataca hubiese terminado ahí, habría sido el final más acojonante de la historia del cine. Así termina cada episodio de Prison Break. Ni he empezado a ver la segunda temporada ni pienso hacerlo hasta que la tenga completa. Yo no puedo vivir con esas pausas tan dramáticas, necesito verla de un tirón.
¿Y qué tiene Heroes que va un paso más allá de estas series? Que aplica los conceptos del comic-book actual. 24 páginas (el estándar americano) no valen para presentar una historia mínimamente compleja. No son suficientes, es un hecho. Al menos no valen para presentar una historia que no haya sido contada en los 500 números anteriores. Creo que es uno de los cambios más a agradecer de la era Joe Quesada en Marvel. Podemos ponernos como críos y discutir sobre que, obviamente, es una maniobra comercial para vender más tomos recopilatorios. Un tomo que incluya media docena de números seguidos y que pueda ser entendido como una historia completa es más vendible que una simple colección de numeros sueltos con un lomo. Eso es obvio. Pero es que además es más legible. Puedes tener presentación, nudo y desenlace con unas extensiones mínimas. Puedes dedicarte a contar las cosas despacio si quieres, centrándote en otros temas secundarios. Y sí, yo adoro los tebeos de Brian Michael Bendis y aquel que piense lo contrario que siga comprando los coleccionables clásicos de Claremont con más texto que dibujo en cada página, el mundo es grande para todos. A mí la coña de la “descompresión narrativa” me gusta. Si no te gusta en un tebeo no deberías ver Lost, donde parece que los episodios no avanzan. No deberías leer a Bendis, ni a Jeff Smith en Bone. Y, desde luego, no deberías ver Heroes.
En ocasiones parece que has visto un episodio completo y que nada ha cambiado. Error. Todos los personajes han sido ligeramente más definidos. A todos les han ocurrido pequeñas cosas. Podremos ver cómo Hiro cada episodio controla un poco más su inglés. Cómo Peter va entendiendo cuál es su poder. Cómo Niki/Jessica comprende qué es lo que está pasando. Cómo Mohinder entiende a su padre y Claire acepta en lo que ha convertido, y podremos ver el símbolo de la serie en más y más lugares. En la pantalla de un ordenador, en un colgante, dibujado en el lomo de un libro, en un cuadro. Y Micah es el crío actor más increíble que he visto desde Haley Joel Osment, y con menos años aún.
Nueve capítulos para presentar a todos los personajes y conseguir que (algunos de ellos) se encuentren, presentar a un enemigo común conocido y un (quizá) posible enemigo común en forma de organización. Deja planteado el argumento global de la serie (que asumo será impedir esa gran explosión que dibuja Isaac) y un montón de incógnitas que serás resueltas poco a poco. Y como décimo capítulo un fill-in que nos cuenta qué sucedió con anterioridad al comienzo de la serie. Excepto para Hiro, claro, que es el viajero del tiempo y va al pasado convirtiéndolo en su presente. Hasta el concepto de fill-in del mundo del cómic es trasladado aquí a la perfección. Damos un descanso al argumento global (y al espectador). Tenemos todos los puntos positivos de las grandes series modernas sin sus limitaciones. Esta serie sí puede ser alargada durante varias temporadas sin ningún problema, algo que no puede hacerse en Lost o Prison Break sin ver cómo se autodestruyen.
No puedo evitar verla sin compararla con Supreme Power, el cómic de (y aparece otra vez) Straczynski. La presentación de los personajes de un modo convincente y las situaciones “adultas” en las que se ve envuelto un héroe a quien no le de por vestir mallas de colores son muy similares. Aprovecho para recomendar el tebeo, claro (y suplicar por la reedición del primer tomo que creo que sigue agotado).
¿No ha quedado claro que Heroes es LA serie del año?