Me entristecen los diálogos vacíos sobre cine de género, los "qué mala es" porque la protagonista no es una niña con cáncer adoptada por una madre soltera y luchadora, me ofenden los "es mala pero te ríes" y, dependiendo del día, incluso los "ni la he visto ni la veré" porque cruzándose en la narración principal se solapan un par de galletas bien dadas al malo de turno. Decepciona que tantos espectadores no vean la otra narración, llevada únicamente por las hostias como panes.
El año pasado Steven Soderbergh firmaba Indomable (Haywire, 2011) un thriller de acción y espionaje plagado de estrellas con todos los clichés del género. Michael Douglas, Antonio Banderas, Ewan McGregor, Michael Fassbender, y una Gina Carano que a los cinco minutos de metraje le estampa la cara a Channing Tatum contra la barra de un bar. Repetidas veces. Marcando desde el principio el tono general de la película, como debe ser; sube al espectador en una montaña rusa y ya no pares.
Michael Fassbender y Gina Carano en Haywire, minutos antes de darse amor mutuamente
Quizá sea aquí el único nombre falto de fama el de la protagonista, Gina Carano, la chica mona que aparentemente tendrá que ser rescatada, hasta que los guantazos empiezan a llover y los papeles se invierten. Digna heredera de las películas de acción europeas que ponen un ojo en Hollywood, como las sagas de Transporter o Bourne, Indomable dota de un barniz de realismo a la hostiabilidad empleando como protagonista a una de las mejores luchadoras de campeonatos MMA en su peso, que en sus ratos libres era una de las malvadas contrincantes en el programa Gladiadores Americanos. Arte en movimiento, digno de ser apreciado desde múltiples puntos de vista.
Gina Carano para la revista GQ. No viene a cuento pero me apetecía compartirlo
Poco después se estrenaba Warrior (2011) donde Gavin O’Connor dirigía a Joel Edgerton, Nick Nolte y un Tom Hardy de físico inquietante – apena que fuera casi irreconocible como Bane en el último Batman, viendo el miedo que impone aquí – en la carrera de dos hermanos de una familia disfuncional hasta la final de – mencionado por segunda vez en este artículo – un campeonato de MMA. Pasada completamente desapercibida para el público general, tanto la tensión dramática de la historia familiar como la fuerza estética de los combates en pantalla mantienen un ritmo envidiable hasta el último minuto de película.
Tom Hardy en Warrior
Guantazos BIEN. Cine BIEN. Palomitas BIEN. Hay que disfrutar de todas estas pequeñas grandes cosas de la vida.